Difícil es hablar
de los amigos sin ser injustamente duro. Difícil es hablar de quien se admira sin
ser injustamente lisonjero. Por ambos motivos, en lugar de hablar de él, me propongo
dejar hablar a Floriano Martins. El presente diálogo es una repetición, ahora sobre
el papel, de varias charlas sostenidas en Cincinnati, Ohio, lugar en el que nos
conocimos –invitado por el poeta Armando Romero, Floriano fue mi profesor de un
curso sobre Vanguardias y Surrealismo en América Latina durante los primeros meses
del 2010– y compartimos una gran cantidad de conversaciones que hasta hoy se continúan.
Antes que con su biografía literaria y artística, quiero presentarlo con una
anécdota: habiendo visitado la poblada y aleatoria oficina de Armando Romero, llena
de ocultos papeles (manuscritos de varios poetas amigos suyos, ejemplares casi únicos
de revistas ahora legendarias de todo el continente, libros dedicados por diversos
escritores) Floriano se ofreció a ordenarla, y lo hizo hasta el grado de poner en
orden alfabético cada uno de los libros. No pude evitar sorprenderme de lo que motivaba
su gesto –necesidad de orden, de sistema– y le dije: ¿Por qué te pesa tanto ese
desorden, no que eres surrealista? Riéndose contestó: Claro, cabrón. Yo no
desordeno, pongo otro orden a las cosas y para eso tienen que estar ordenadas. Además,
hay que saber construir lo que se pretende destruir.
Creo que lo anterior da un claro indicio de su talante artístico, su rigurosa
fiesta. Por lo demás, sus datos bio-bibliográficas son muchos, pero digo solo algunos:
Nació en Fortaleza, Brasil, en 1957. Poeta,
editor, ensayista y traductor, se ha dedicado, en particular, al estudio de la literatura
hispanoamericana, sobre todo en su poesía. Dirige el Proyecto Editorial Banda Hispánica. Es coordinador de la colección
“Ponte Velha”, de autores de lengua portuguesa, de Escrituras Editora (San Pablo,
Brasil), lo mismo que de la colección “O Começo da Busca”, de las Edições Nephelibata
(Santa Catarina, Brasil). Curador de la Bienal Internacional del Libro del Ceará
(2008). Profesor invitado de la Universidad de Cincinatti (Ohio, Estados Unidos).
Fue parte del jurado que concedió, en el
2009, el premio de poesía de Casa de las Américas, al poeta Lêdo Ivo. Crítica sobre
su obra, así como entrevistas y textos suyos de poesía o sobre música y plástica
se han publicado en Brasil y el extranjero. Sin duda, Martins es una de las figuras
más importantes del ambiente cultural brasileño contemporáneo.
Aquí dejo, pues, expuesto este diálogo. [MI]
MANUEL
IRIS No es secreto que además de poeta eres también narrador,
escritor de letras para canciones populares, ensayista, fotógrafo y creador de collages;
ni tampoco se ignora que como apreciador del arte eres apasionado del cine, el jazz
y la plástica experimental que se extiende del grafiti hasta el comic
y la novela gráfica. El rango de tus posibilidades creativas y apreciativas es amplísimo,
lo que me lleva a preguntarte ¿has llegado a ello como resultado de una poética
personal, o ha sido tu poética personal un derivado de esta diversidad creativo-contemplativa?
FLORIANO
MARTINS Mis recuerdos de infancia son un desborde completo en términos
de experiencia y contemplación, incluso sin que las dos cosas se separen entre sí.
Era como un desafío a la creación. La biblioteca alucinada de mi papá, con sus libros
de varios temas y su desorden absoluto. La música distinta que disfrutaban papá
y mamá. Los amigos reunidos alrededor de la radio en un primer momento y luego la
llegada de la televisión, con la magia de la animación. La colección de fotonovelas
de mi mamá con adaptaciones de los clásicos de la literatura, y la colección de
comics de mi papá. Las mañanas de domingo en que mi papá me llevaba al cine.
Ahí estaba yo naciendo todos los días, creando íntimamente. Mi mejor manera de expresión
eran las copias que hacía, en una mezcla irregular de crayón y pasteles, de algunas
portadas de novelas: uno debe siempre comenzar como copista, es lo mejor. Así es
que mi infancia me ha dado la primera noción, aunque sea por pura intuición, de
algo que luego descubriría a través del surrealismo: la intensa relación entre arte
y vida. Pero también en esos misterios es imposible saber quien ha llegado primero,
si el huevo o la serpiente.
MI Existen artistas que escriben un solo libro aunque hagan muchos –pensemos en Roberto Juarroz
y su Poesía vertical, o en la compacta obra de Pedro Lastra– y otros que cierran cada
libro en sí mismo, siendo su obra completa un diario de navegación por distintos
senderos –pienso en Eugenio
Montejo, por decir alguien–. Visto así ¿cómo concibes tu obra? ¿Es una que se expande, o una sumatoria
de haceres diferentes?
FM Yo sé que en la creación busco lo que se pueda llamar de pincelada única,
según la definición del maestro Shintao. Creo en la seducción del carácter casi
mediúnico de la creación, algo que necesita establecer una relación inmediata
entre lo que llevamos adentro y lo que está afuera en deseo intenso de comunicación.
Pienso en mi obra como una expresión automática de esa búsqueda. Y jamás pienso
solamente en libros. Lo que más estimo ahora, por ejemplo, es justamente salir del
libro hacia la plástica, la música, el teatro, lo que sea. Lo que no quiere decir
que rechazo al objeto libro, que me sigue encantando, pero señala una búsqueda continua
de expansión. Siempre la expansión. Los registros muy repetidos de una obra, lo
mismo que la confiada obsesión por nuevos registros, son cosas que pueden dañar
los secretos de su realización. Hago una distinción entre la repetición y las variaciones
sobre el mismo tema. Sinceramente pienso hoy en la poesía del argentino Roberto
Juarroz como algo muy aburrido, lo mismo que el brasileño Manuel de Barros. Sobre
todo porque me parece que este abuso en la repetición de un mismo registro puede
parecer un facilismo, cierta comodidad frente a la creación.
MI
Es claro que los artistas actuales, en cualquier género,
se esfuerzan por no ser clasificables y consideran un anacronismo la adhesión a
cualquier escuela o ideología estética. Frente a ello te revelas surrealista y,
queriéndolo o no, actualizas con ello la noción misma de surrealismo, cuya historia
conoces mejor que nadie. ¿Por qué identificarse (adherirse, acaso) a una corriente
estética en los escépticos tiempos actuales? ¿Cómo llegaste a ello?
FM Tal vez simplemente como una forma de rechazo a lo que llamas escépticos
tiempos actuales. Mis primeras afinidades intelectuales con el surrealismo son
fruto del descubrimiento de que en Hispanoamérica se hacía una brillante relectura
del surrealismo sin que en nada tomásemos eso en cuenta en Brasil, al mismo tiempo
en que allí se elegían como piezas de culto los experimentos de lenguaje, ya en
la fase de aburrida repetición. Así, sentí la necesidad de ampliar un poco las posibilidades
de lectura. Lo que pasa es que nunca en mi vida he pensado en las cosas solamente
para mí, los regalos que recibo son parte de mi mundo y tengo la necesidad entrañable
de compartirlos con los demás. No importa la forma de conocimiento, tengo siempre
que pasarla adelante. Dos segundos después de haber leído al que fue para mí el
primer poeta surrealista en español –no estoy seguro, pero creo que fue el peruano
César Moro– pienso en traducirlo y publicarlo, que es una forma de compartir. No
creo en la clasificación como un anacronismo. En las artes, muchas escuelas
tienen todavía un inmenso potencial de aportes que pueden ser valiosos para los
artistas de mi tiempo. Por supuesto lo que señalo no tiene que ver con la adhesión
a estas escuelas, sino con tener cuidado de los vicios impuestos a los términos.
La vigencia del surrealismo, por otro lado, es algo complejo, porque en mucho se
parece a la reproducción poco inspirada de inquietudes pasadas. Hay muchísima mala
creación (poesía y plástica) ofrecida como surrealismo que es realismo inconsecuente
(risas). Yo no sé qué fijación es esa de imponer al surrealismo una falta absoluta
de disciplina.
MI
Eres un surrealista que hace sonetos y que gusta de Garcilaso.
Eres también un poeta brasileño que conoce la tradición poética latinoamericana
escrita en español como pocos poetas que nacieron hablando esa lengua. Por supuesto,
conoces al dedillo la tradición literaria en lengua portuguesa. En tu poesía puede
verse una hermosa mezcla de estas dos tradiciones, y de la música y la plástica
de América y Europa. Pregunto entonces: ¿Te asumes como poeta brasileño, poeta en
lengua portuguesa, poeta latinoamericano? O bien ¿de dónde, poéticamente, vienes?
¿Acaso importa?
FM (risas) Es que tenemos una idea equivocada del surrealismo, como si fuera
una escuela inconsecuente de improvisaciones. La improvisación, al contrario, es
algo que requiere un grado intenso de intimidad con la creación. La escritura automática
siempre fue el motivo de toda esa mala lectura del surrealismo. Lo que le importa
a toda la gente que no gusta de surrealismo es desautorizarlo por el resultado de
algunas obras. Por supuesto que en la creación artística lo que importa es el resultado
estético. Pero en el surrealismo, como en cualquier otra circunstancia, hay de todo,
lo mejor y lo peor, en términos de resultado. Además, hay esa cosa intensa de la
relación entre vida y obra que permite que las malas intenciones digan de un tipo
que es mal artista por haber sido mala gente. El mismo surrealismo incurrió en eso
con la expulsión, en el período clásico, de muchos de sus grandes artistas, porque
Breton los consideraba mala gente.
En
Brasil Jorge de Lima y el mismo João Cabral de Melo Neto hicieron sonetos surrealistas.
El segundo acabó por rechazar todo esto en su primer libro, que tenía el sugestivo
título de Piedra de sueño. Yo no comprendo la pelea de los poetas –pienso
que es una trampa que se alimenta solamente de los malos poetas– con las formas.
El formalismo, así comprendido en su afinidad con el positivismo, se cumple no por
el uso de la forma –al final todo es forma, incluso lo informe y dale filosofía
de bodega–, sino por su tratamiento, la obsesión en presentar el mundo simplemente
reducido a su forma, sin otra esencia que la forma.
El surrealismo ha tratado
de recuperar las otras posibilidades de esencia de la creación, cuya fuente quemante
es la vida y la vida percibida en su multiplicidad, gracias a la presencia del individuo.
Y aquí recupero el tema de tu pregunta. Vengo de ese magma de la multiplicidad donde
ya no importa mi color, credo o nacionalidad. En mi juventud había una colección
que se vendía en quioscos, libritos que contaban un poco de la cultura de cada país,
acompañados de un disco con la música y unas fichas con recetas de la culinaria
de esos países. La colección se llamaba Pueblos y Países. Yo la hice completa
y me encantaba conocer la música y la comida de países los más insólitos para mí.
La música de Laos, la comida de México. Era riquísimo conocer todo eso. La primera
vez que saqué un pasaporte fue para ir a Panamá. Ya sabía un poco de su música y
su comida. La colección tenía entonces su magia que se convertía en realidad. Ya
sabes que lo que escribo tiene un poco de todo eso, pero no funciona si no tiene
la salsa que se llama Floriano Martins, especial solamente para mi culinaria, mi
creación. Seguro que no sirve para más nada.
MI
Al leerte se sabe que eres un poeta lleno de palabras,
caudaloso y celebrador de la vida, la belleza y el placer. El erotismo es para ti
celebración de la existencia y el cuerpo femenino –ya en tu plástica, ya en tu poesía– es
un evento natural como el paisaje o la tormenta. Fuera de lo escrito, personalmente
sé que eres un hombre que ríe y que sonríe, que gusta de vivir. Dejando fuera esta
clara coherencia entre tú y tu obra, ¿cuál es la relación entre poesía y el mundo?
¿Cómo, poéticamente, te relacionas con la realidad?
FM La vaina tremenda del cotidiano. Me voy a la panadería, tengo buenas
relaciones con el gerente del banco –aunque no le pida plata jamás–, cambio de carro
cuando es necesario, tengo hoy la suerte de que mis hijos ya están crecidos y bien
criados por mí, comparto mi vida con intensa afinidad con mi mujer, pero sobre todo
he conquistado una condición valiosa: saber que a la realidad no le gusta mucho
ser tratada como tal. Hasta aquí tenemos mi relación con ella, y me parece que lo
que quieres saber es sobre el maridaje de mi poesía con ese personaje de la película
de terror que se llama realidad, La Realidad (risas). Antes hay que preguntar
lo que quiero con la poesía, y la tengo como un ejercicio de provocaciones que no
alcanza nada si no despierta en uno la sensación de que le hace falta el piso. La
sensación de asombro o desorientación en el arte me parece fundamental. No importa
que se trate de un plan místico, sexual, político, sino que la resultante sea esa
sensación de que aquí me hace falta algo. Un hoyo, un abismo, algo de mí que no
comprendo. Es lo que busco en la realidad del arte, como creador o como espectador.
Además la otra, la pobre musa de las películas trash, bueno, eso me recuerda
una observación de Francis Bacon al decir que Magritte trastocaba la concepción
usual de la realidad de manera que la hacía más perceptible. A veces la realidad
está simplemente flotando en el aire, y el arte lo que puede hacer es decirle cuan
real es.
MI
Antes de ser poeta fuiste músico y siempre has sido un
notable lector. ¿Cómo ha cambiado, de antes a ahora, tu relación con tu arte y con
el arte en general? ¿Cómo resultan los reencuentros con obras de arte que alguna
vez te sobrecogieron al contemplar o crearlas?
FM No me venga con la mala hierba del pasado. La música siempre fue parte de
mis obsesiones. En la juventud me creía músico, lo que traigo felizmente al recuerdo
por dos razones: la amistad que hice con músicos, algunas la mantengo hasta hoy
y son de las más importantes de mi vida, y la vivencia entre ellos, el ambiente,
teatros, bares, ensayos, todo eso enriqueció mi vida. Pero el arte es siempre un
reflejo de la celebración de la vida. Ya sabemos que he comenzado bien, afortunadamente
bien, con toda la improvisada disciplina de la multiplicidad. Ya no recuerdo donde
leí a alguien diciendo que no creía en la lectura, sino en la relectura. Bueno,
estoy de acuerdo, pero al mismo tiempo no creo en reencuentros, sino en encuentros.
Hace poco en Cincinnati estuve frente a una obra de El Greco que había visto en
libros por toda mi vida. No puedo decir que haya sido un reencuentro. Cuando estuve
en Bilbao hace pocos años dentro de una amplia retrospectiva de Calder, por ejemplo,
igual. Es como besar. Es lo que Borges no comprendía: es el mismo pero es otro.
Pero también indagas sobre las obras creadas. Mi espíritu crítico comanda la fiesta
y la primera sensación que tengo es la de encontrar un error mío. Soy adicto a eso:
descubrir errores. Por eso finalmente descubro lo que me ha interesado más en Sade
que en Lautréamont: la fijación del primero por desvelar errores.
MI
A diferencia de lo que es costumbre de los poetas actuales,
jamás te has dedicado a la academia. Sin embargo has sido invitado a la universidad
de Cincinnati (EEUU) como profesor residente para dar un curso sobre surrealismo
y vanguardias, al lado del poeta Armando Romero. Según sé, esta experiencia con
la academia no ha sido dolorosa. ¿Cuál ha sido, pues, la historia de tu distancia
con la academia, y cuál es tu evaluación de la experiencia en Cincinnati?
FM Yo no creo en poetas actuales. Los poetas son esencialmente inactuales.
La academia no es propiamente dolorosa. A mí siempre me pareció más inútil que dolorosa.
Yo creo en el aporte útil a la sociedad del escritor. Cierta vez he protagonizado
una pelea, en un periódico en mi ciudad, con gente de la academia porque yo afirmé
que esa gente era literalmente financiada por la comunidad y no le retribuía el
beneficio de su supuesto saber adquirido. Es la cosa enfermiza de la mentalidad
de semidioses. Estados Unidos tiene una particularidad en ese tema. Yo no tengo
formación académica, pero tengo mi comprobado saber en el área en que trabajo. Las
universidades en Estados Unidos aceptan mi comprobación de saber, valoran la realidad
expresa en mi currículo, sin importarles las fuentes de mi conocimiento. Tú sabes
que eso es imposible en nuestros países, adictos de las formas más sospechosas de
promociones. La experiencia en Cincinnati fue reconfortante en el sentido de que
se puede buscar en Estados Unidos otras oportunidades de seminario. La misma UC
(University of Cincinnati) podría —como cualquier universidad— mejorar su
lectura de la literatura de lengua española, actualizándola en términos de tiempo
histórico y también buscando relaciones más estrechas con las culturas hispanoamericanas.
La dirección de UC podría mejor invitar su núcleo de maestros a configurar los temas
de cada periodo, para que los estudiantes, jóvenes como son y muy interesados en
el estudio, descubran el puente posible entre la literatura clásica y contemporánea.
MI
Atípicamente, eres un poeta que usa con destreza los medios
electrónicos para la promoción de la literatura en general y de tu propia obra.
Has fundado y dirigido revistas literarias completamente electrónicas que ahora
son un referente en América Latina, y recientemente abriste una nueva cuenta de
Facebook por tener ya 5000 personas agregadas en la cuenta regular. Por estos medios
y otros muchos eres un gran promotor cultural que además prepara libros, elabora
antologías, escribe prólogos etc. ¿En qué momento se puede hacer todo y cómo compaginar
con ello las labores del artista?
FM ¿Esto es una propuesta de matrimonio? (risas) La pasión está por sobre el
tiempo, es lo que siempre he pensado. Hace pocos días en una película alguien contesta
una pregunta de igual naturaleza afirmando que la razón es que no tiene vida personal.
Yo creo que siquiera la esquizofrenia puede ser tratada como vida impersonal. Lo
peor de nuestro tiempo es el abismo que nos impusieron de que ciertas profesiones
llevan una vida impersonal, como los políticos. Tal vez los farsantes son los que
llevan una vida más personal que los demás, justamente por la comprensión de los
mecanismos de despersonalización. Yo no creo en falta de tiempo. El tiempo es una
medida de nuestra relación con el mundo. Si me hace falta el tiempo, es que me hace
falta algo en mí. Por supuesto que no pienso en las 24 horas de los relojes.
MI Luego de hablar de medios de comunicación que involucran miles de personas
te pregunto algo que jamás desaparece ¿qué hace un artista con su soledad? ¿Cómo
es en ti la soledad del artista?
FM Es una dimensión muy peligrosa, especialmente por su ambigüedad. La mano
con que se nos regala una cosa puede ser la misma con que se nos toma otra. Hay
la frivolidad de la soledad. Hay la angustia de la soledad. Yo creo que nuestro
tiempo tiene una idea confusa acerca de la soledad, dada por la estrategia de mercado
de llenar la vida de sus clientes de oportunidades… de mercado. Es que vendemos
de todo, lo único que hacemos hoy es vender cosas. Para la soledad, pastillas o
recreaciones. Pero la soledad es una tecla explosiva en el ser humano. La soledad
es un poco como la mamá del individuo. Es lo que creo que más hace falta en el arte
actualmente.
MI El problema del tiempo ha sido abordado desde siempre como tópico poético.
En tu poesía y en tu plástica se conjuntan la eternidad y el instante en la experiencia
erótica, amorosa, siendo la materialización de ésta el cuerpo femenino o la observación
del mismo. Sin embargo, quiero preguntarte aquí por otro tipo de tiempo, fuera de
la literatura, o acaso dueño de ella: ¿qué opina Floriano Martins que pasará con
su obra, cómo será leída su poesía en el futuro? Sobre esto mismo, ¿cómo lees al
Floriano anterior? ¿Cómo cambia el tiempo a tu poesía?
FM No cuentes con verme dominado por la trampa de la presunción, querido. Sería
absolutamente tonto decir que pasará con mi obra en el futuro. En general tomará
el curso de buena parte de las obras, el camino de la desatención. En mi país, sobre
todo. Pero no puedo tener ese tema entre mis preocupaciones. Observo lo que ha pasado
con los demás, con muchos poetas con distintos grados de importancia, y simplemente
no quiero preocuparme con eso. Lo que puedo es tratar de mirar mis exigencias, afinar
mis obsesiones, lo que me lleva a buscar mejores definiciones estructurales para
mis libros, cambiar versos, rever imágenes etc. La misma experiencia erótica que
mencionas, por ejemplo, está poseída por varios fuegos a lo largo de los últimos
15 años, desde su acento místico en un librito publicado en 1992, Sábias Areias
(sabias arenas), hasta la relación buscada actualmente de establecer un romance
entre la figura y el paisaje.
Pero
aquí te cuento una cosa. Este libro, Sabias Arenas, ya en su título nos lleva
a una curiosidad. Es que en Brasil ya se puede hablar de una tradición de juego
de palabras, trocadillos o canjes irresponsables de sonidos de pronto risibles pero
sin aporte crítico o discusión aceptable. Como una broma, pero que puede llegar
hasta un grado de influencia que comprometa la comprensión en serio de su objeto.
Y ya no sabemos de que reírnos. El chiste tiene un principio, sus reglas, su disciplina.
Pero en Brasil tratamos de manera irresponsable al trocadillo, como si fuera la
subversión de todo, incluso del mismo trocadillo. Cuando algo llega hasta este punto,
lo que se comprende es que ya no sabe nada de sí, y pasa a copiar los manuales…
de chistes, de obsesiones, de todo. Si no hay sentido en nada, pasemos a la gran
revolución: crear una sociedad absolutamente sin sentido. Todavía no llegamos a
eso en Brasil, pero si fuera por nuestros artistas, sobre todo la gente de las letras,
ya seríamos pura ficción.
MI Comprendo lo que dices, pero no entiendo cómo salió todo eso del título
de tu libro, Sabias arenas.
FM Es verdad, el trocadillo no percibido del título es lo que le da sentido
(risas). El adjetivo en portugués (sábias) corresponde al sustantivo (sabbia)
en italiano, o sea, es una trampa en que las arenas se mueven por toda parte. Todavía
más que un juego de palabras, nos lleva a una relación circular relacionada con
la misma estructura del libro, una serie de mantras que asumen la forma de
décimas, sugestiva relación entre la lírica de oriente y occidente. Es un libro
curioso también porque trata de la conflictiva relación –incluso amorosa– entre
el poeta y su madre. Lo que digo es que nada fue comprendido en este libro. Un crítico
en España, Jorge Rodríguez Padrón, fue el único a señalar las relaciones aquí referidas.
Evidente que no digo que el problema de la realidad brasileña tenga que ver con
su mala recepción de mis libros. Mi referencia arriba tiene que ver con cosas que
asumen una connotación cada día más grave. Escenario en que nadie me parece interesado
en siquiera comentar a respecto.
MI
Me consta la existencia de poetas jóvenes que te leen y
admiran. Es quizá porque tu actitud poética y vital es plenamente juvenil, fresca,
sin dejar de tener una raíz en cada una de las tradiciones de las que tu poesía
abreva. A pesar de saber que es un lugar común, no rechazo preguntarte ¿qué consejo
darías a los poetas jóvenes?
FM ¿En serio? Reservaste al final de la entrevista la peor impresión que los
lectores puedan tener de mí. Lo que soy es toda mi vida. Yo no pienso jamás en el
personaje, no llevo una vida en función de él, el tipo que escribe, que es famoso,
que es mayor, no importa. Hace 53 años que tengo la misma edad (tal vez un poco
menos hoy), lo que quiere decir que acompaño con naturalidad mis altos y bajos,
el rostro sincero de cada sensación, todo. Lo mejor que puedo decir a un joven poeta
es que si acaso nos encontramos trate de pagar la cerveza.
[2010]
[Entrevista concedida a Manuel Iris.
Originalmente publicada em Agulha
Hispânica # 4. Fortaleza, julho de 2010. Integra o livro O hábito do
abismo (Entrevistas com Floriano Martins), de Márcio Simões (ARC Edições:
Fortaleza, 2013).]
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